Frustrada , decepcionada , desesperada , esa era la condición de Harriet en aquel lugar de fuego y azufre cada vez que venia la figura fantasmagórica de Oscar Wilde hacia ella. El remordimiento era tal, que se había dado diez baños del río de fuego y nada. Tal fue el sobresalto de su corazón con el susto de seguir igual , que se levantó resquebrajando la pesadilla.
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